¿CÓMO PERCIBEN LA EVALUACIÓN LOS PROFESORES, PADRES Y ALUMNOS?

Autora: Julia Gómez Mera

INTRODUCCIÓN 

           La evaluación es hoy quizás uno de los temas con mayor protagonismo dentro del ámbito educativo, y no porque se trate de un tema nuevo, sino porque tanto educadores, padres, alumnos, como toda la sociedad en su conjunto, son más conscientes que nunca de la importancia y las repercusiones del hecho de evaluar o de ser evaluado. Existe quizá una mayor consciencia de la necesidad de alcanzar determinadas cotas de calidad educativa, de aprovechar adecuadamente los recursos, el tiempo y los esfuerzos y, por otra parte, el nivel de competencia entre los individuos y las instituciones también es mayor.

           El debate y la profundización sobre la evaluación educativa no debe darse por cerrado o concluido; debe estar siempre abierto, como lo está la práctica didáctica y la acción educativa. La reflexión sobre cuestiones de evaluación educativa es una aportación fundamental en la formación y perfeccionamiento de todo profesor y la evolución que en el concepto y en su normativización ha experimentado ha superado con creces su tradicional o habitual asimilación a la aplicación de una prueba o examen.

           Sin embargo, hay que reconocer, lamentablemente, que, en la práctica diaria de muchas aulas y de muchos centros, la evaluación sigue siendo “la hora del examen, el día del examen o la semana de exámenes”. No se trata de responsabilizar a nadie de esta situación; es un cambio de la conceptualización de la evaluación en particular, y de la acción didáctica en general, que debe ir calando en todos los responsables más directamente implicados: Inspección, directores de centros escolares, profesores, alumnos, padres…Solo cuando se produzca este cambio de mentalidad se irá abriendo paso a una nueva cultura evaluadora.

           La nueva cultura evaluadora conlleva plantear la evaluación como centro vertebrador y  regulador del proceso de enseñanza- aprendizaje; dar mayor participación en su desarrollo al alumno y exigirle mayores cuotas de responsabilidad en la ejecución de la evaluación de sus propios aprendizajes (autoevaluación). Estos son algunos de los cambios más transcendentales y necesarios que se han de producir para poder alumbrar la nueva cultura evaluadora. Los niveles de exigencia y los objetivos se mantienen, cambiamos las actitudes y los modos de proceder, para mejorar el proceso y el resultado del quehacer didáctico.

           Concretamente, en este artículo se dará una visión de cómo perciben la evaluación tres de los distintos grupos que están implicados en la enseñanza y, por tanto, en la evaluación. Estos grupos a los que me refiero son: profesores, tanto de primaria y secundaria, padres y alumnos. Para conocer cuál es la percepción de cada uno de ellos he realizado un cuestionario para poder, así, sacar las debidas conclusiones. Las preguntas que aparecen en dicho cuestionario son: ¿Qué entiende por evaluar?; ¿Qué instrumentos conoces o utilizas para evaluar?, ¿Cree que miden realmente lo que ha aprendido el alumno?; ¿Cuál es el fin de la evaluación?; ¿Cree que la evaluación ha sufrido alguna modificación a lo largo de la historia?, ¿De qué manera?; ¿La evaluación condiciona qué y cómo se aprende?; ¿Cuál es su forma de evaluar?; ¿Cómo cree que se debería evaluar?. 

 

 1. CONCEPTO DE EVALUACIÓN

          Al analizar las respuestas proporcionadas por cada uno de los grupos a la pregunta ¿Qué entiende por evaluar?, podemos sacar las siguientes conclusiones:

          Todas las personas, dentro de cada grupo, han dado respuestas similares: Los maestros de educación primaria son los que ofrecen una definición más completa, pues en ella engloban tanto a profesores, alumnos, centro, como a los procesos de enseñanza- aprendizaje. Los demás grupos sólo tienen en cuenta al alumno a la hora de definir el concepto de evaluación.

          Se puede decir que no hay una definición universal, pues el concepto de evaluación puede ser utilizado en muchos sentidos, con finalidades diversas y a través de medios muy variados. Sin embargo, en los tres grupos, hay una estructura básica característica: En primer lugar, hay que considerar la evaluación como un proceso dinámico, abierto y contextualizado, que se desarrolla a lo largo de un período de tiempo; no es, por tanto, una acción puntual o aislada. En segundo lugar, se han de cumplir varios pasos sucesivos durante dicho proceso, para que se puedan dar las tres características esenciales e irrenunciables de toda evaluación:

          1º Obtener información. Sea por medio de instrumentos escritos o no, puesto que también se evalúa, por ejemplo, observando sus caras al empezar la clase, comentando aspectos de su trabajo mientras lo realizan en clase, etc.

           2º Formular juicios de valor. Los datos obtenidos deben permitir fundamentar el análisis y la valoración de los hechos que se pretenden evaluar, para que se pueda formular un juicio de valor lo más ajustado posible.

          3º Tomar decisiones. De acuerdo con las valoraciones emitidas sobre la información relevante disponible, se podrán tomar las decisiones que convengan en cada caso.

          La evaluación, por tanto, se caracteriza como: Un proceso que implica recogida de información con una posterior interpretación en función del contraste con determinadas instancias de referencia o patrones de deseabilidad, para hacer posible la emisión de un juicio de valor que permita orientar la acción o la toma de decisiones.

  

2. INSTRUMENTOS

            En lo que se refiere a los instrumentos que existen para evaluar, tanto el grupo de profesores como el de alumnos son los que más instrumentos conocen. Los padres solo nombran los exámenes y trabajos, además coinciden con los alumnos en pensar que la mayoría de los instrumentos que se utilizan para evaluar no miden realmente lo que ha aprendido el alumno, pues los instrumentos que se suelen utilizar son algo puntual y no permite demostrar lo que se ha aprendido.

            Como dice el dicho popular: “en la variedad está el gusto”. Para evaluar se puede utilizar una gran variedad de actividades, instrumentos y técnicas. Entre los más frecuentes podemos encontrar: trabajos de clase o fuera de ella,  las pruebas y los exámenes, seminarios y prácticas, exposiciones… Pero, independientemente del instrumento que se utilice para evaluar, la elaboración de estos exige tener en cuenta tres cualidades o requisitos fundamentales: validez, confiabilidad y facilidad de empleo.

          1. La validez se define como la adecuada correspondencia entre los aspectos que se quieren evaluar y los que real­mente se evalúan. Esto quiere decir dos cosas:

A: Que el contenido objeto de examen debe ser representativo del universo de conocimientos y habilidades desarrollados en los alumnos, y

B: Que el instrumento evalúe aquello que se desea evaluar y no otra cosa. Por ejemplo, un instrumento de evaluación no es válido si, deseando medir la ca­pacidad de un alumno para hallar un punto geográfico en el mapa, se le preguntara el concepto de situación geográfica.

 

         2. La confiabilidad consiste en la consistencia de los resultados de la apli­cación del instrumento. Esta se manifiesta en el hecho de que si un examen es aplicado por otro profesor, el resultado debe ser el mismo. La confia­bilidad se manifiesta también cuando se redactan, con palabras distintas, formas equivalentes de exámenes y en sus resultados existe una alta corre­lación.

          Es necesario aclarar que un examen puede ser confiable y no válido, ya que puede mostrar consistencia en sus aplicaciones y medir algo muy dis­tinto a lo que se quiere medir.  Por lo tanto, la confiabilidad por sí misma no garantiza la validez, sin embargo, si el examen es válido, aumenta su grado de confiabilidad.

 

          3. Facilidad de empleo: se refiere a la necesidad de que las pruebas y los exámenes estén redactados en términos precisos y claros; que incluyan instrucciones, en los casos donde sea necesario, y la clave de calificación, cuya función es evitar subjetivismos e imprecisiones.

          Un mismo instrumento puede ser útil en diferentes momentos del aprendizaje y para diferentes propósitos, aunque las decisiones que se tomen en función de los datos recogidos podrán ser distintas.

         Se tiende a pensar que sólo un examen tradicional pone de manifiesto qué es lo que el alumnado sabe y cuáles son sus errores y dificultades, cuando de hecho se pueden utilizar múltiples fuentes de información y aplicar instrumentos bien variados que se adapten a la diversidad de estilos motivacionales y de aprendizaje de los estudiantes, pero también a las formas de enseñanza de los profesores, que también son distintas.

           Los instrumentos de evaluación se deben escoger en función de los objetivos de la evaluación y el tipo de contenido que se va evaluar, puesto que distintos tipos de aprendizaje requieren distintos tipos de instrumentos. Por lo tanto, no hay instrumentos de evaluación buenos o malos, sino instrumentos adecuados o no a las finalidades de su aplicación. Lo más importante es que la actividad de evaluación sea coherente con sus objetivos didácticos, y posibilite recoger la información necesaria para promover que los alumnos desarrollen las capacidades y los conocimientos previstos. Generalmente, cuanto más se estimule que los alumnos hablen de sus ideas o muestren cómo hacer algo, mucho mejor.

          Finalmente, dado que tanto los alumnos como lo profesores son diferentes, es importante diversificar los instrumentos que se utilizan para evaluar. Cada uno estimula unas determinadas habilidades y se adapta más o menos a los estilos de aprender y de enseñar, por lo que variándolos hay más posibilidades de potenciar las cualidades de todos y favorecer el desarrollo de las que no tienen.

3. FIN DE LA EVALUACIÓN

          En general, el grupo de maestros de primaria, al responder a la pregunta ¿cuál es el fin de la evaluación?, piensa que es para mejorar, tanto los profesores como los alumnos. Sin embargo, los profesores de secundaria no hacen alusión al profesor a la hora de responder a la pregunta; opinan que el fin de la evaluación es valorar que el alumno vaya consiguiendo los objetivos que se han propuesto y, por tanto, lo que va aprendiendo.

          Los padres, al igual que los alumnos, piensan que el fin de la evaluación es comprobar lo que ha aprendido el alumno y así poder determinar si este es apto o no en cierta asignatura o si puede “pasar de curso”.

           Aunque la finalidad más nombrada por los tres grupos es la que se refiere a la valoración, comprobación, de lo que ha aprendido el alumno, podemos encontrar las siguientes  finalidades:

1.-Evaluar para que sirva de referente al individuo:

  • Para que lo haga más consciente de su realidad.
  • Para que pueda enfrentarse a nuevas situaciones.
  • Para que pueda utilizar la información adquirida en la toma de sus decisiones.
  • Para provocarle estímulos y motivaciones de un aprendizaje significativo.

2.-Evaluar para que sirva como referente al mejoramiento del proceso educativo:

  • Para recoger información y obtener juicios de valor.
  • Para alcanzar criterios científico – técnicos (pedagógicos), contextuales (sociológicos), personales (psíquicos).
  • Para interpretar la actividad educativa, de manera que optimice sus perspectivas cualitativamente.
  • Para que se pueda valorar todas las dimensiones del proceso educativo.
  • Para que pueda servir de orientación a profesores y alumnos, y a metodologías, estrategias, etc.
  • Para establecer nuevas finalidades de la educación en productos y procesos.
  • Para que se amplíe el alcance de la propia evaluación a todos los elementos que gravitan en torno al proceso: profesor, familia, curriculum, institución escolar…

3.-Evaluar para que sirva como referente social:

  • Para que garantice acreditación adecuada de la educación.
  • Para que gane en rentabilidad la evaluación: sea más útil y productiva la aplicación de sus resultados.
  • Para que la educación gane en prestigio social.

 

          En cuanto a la pregunta ¿Ayuda a mejorar?, ¿a quién? Los tres grupos están de acuerdo en afirmar que la evaluación ayuda a mejorar, pero discrepan sus opiniones en torno a quién: Los profesores, tanto de primaria como los de secundaria, al igual que los alumnos, opinan que la evaluación ayuda a mejorar a todos: alumnos, profesores, centro y al mismo proceso de enseñanza-aprendizaje. Sin embargo, los padres en sus respuestas solo nombran al alumno.

  

4. ¿HA SUFRIDO ALGUNA MODIFICACIÓN?

          Los tres grupos están de acuerdo al opinar que la evaluación ha cambiado. Los profesores, al igual que los padres, hacen hincapié en que antes era una evaluación final y ahora es más continua: no sólo se evalúa lo que hace el alumno en clase sino también en casa, el día a día. Anteriormente, la evaluación se centraba en el alumno, ahora es distinto: se centra en muchos más aspectos como: el proceso de enseñanza-aprendizaje, los materiales, los profesores…

            Los alumnos piensan que la evaluación ha cambiado y, sobre todo, sus argumentos se centran en decir que antes los conocimientos que se evaluaban eran los teóricos; sin embargo, hoy en día también se tiene en cuenta la lógica, la capacidad de argumentar, razonar, conocimientos más prácticos…

           Y esto es verdad; la evaluación ha cambiado, ya no es lo que era. Tradicionalmente, la evaluación se ha venido aplicando casi con exclusividad al rendimiento de los alumnos, a los contenidos referidos a conceptos, hechos, principios, etc., adquiridos por ellos en los procesos de enseñanza. A partir de los años sesenta, la evaluación se ha extendido a otros ámbitos educativos: actitudes, destrezas, programas educativos, materiales curriculares didácticos, la práctica docente, los centros escolares, el sistema educativo en su conjunto y la propia evaluación.

          Además, poco a poco, la evaluación ha dejado de considerarse solo como un elemento más en los momentos finales de un proceso didáctico, para pasar a considerarse como un proceso sistemático con sustantividad e identidad propia, que coopera en el complejo proceso de enseñanza-aprendizaje.

  

5. ¿CONDICIONA QUÉ Y CÓMO SE APRENDE?

          Los maestros de Primaria piensan que, quizás, puede condicionar cuando los alumnos son más mayores y tienen más conciencia, pero con los más pequeños, no. Sin embargo, los de Secundaria piensan que sí les condiciona, pues muchas veces los estudiantes responden más pensando lo que creen que el maestro espera de ellos, que expresando sus propias ideas.

           Los padres opinan que sí condiciona qué y cómo se aprende, puesto que muchos estudian para aprobar, lo estudian todo de memoria porque piensan que esa es la mejor manera de aprobar y que se ajusta más a lo que pide el profesor. Aunque actualmente se le está dando más importancia al razonamiento, a la memoria comprensiva, derrocando a la memoria repetitiva o mecánica.

           Los alumnos, al igual que los demás grupos, piensan que sí condiciona, puesto que si el alumno conoce de antemano los criterios de evaluación se centrará en aprender esos conocimientos, puesto que es lo que va a necesitar para aprobar, que es lo que más les interesa. Además, la idea que los alumnos tienen de lo que han de aprender no depende tanto de lo que el profesorado les dice, sino de lo que este tiene realmente en cuenta en el momento de evaluar, y, con relación a ello, adaptan su forma de aprender. Por ejemplo, se les puede decir a los estudiantes que establezcan relaciones, deduzcan, jerarquicen, sean creativos…, pero si las preguntas de los exámenes son memorísticas y reproductivas de lo dicho en clase o del libro de texto, los alumnos perciben que eso es lo que realmente se les pide, y se limitan a memorizar, el día anterior al examen, los conocimientos que se les va a preguntar.

 

6. FORMA DE EVALUAR SEGÚN LOS TRES GRUPOS

           En este apartado, el grupo de padres y de alumnos nos aporta cómo creen ellos que se debería evaluar, qué corresponde con el modo de evaluación que llevarían ellos a cabo y el grupo de los profesores nos dicen cuál es su forma de evaluación.

            Los maestros de Primaria evalúan de la siguiente manera: antes de evaluar se marcan unos objetivos y unos criterios de evaluación muy claros. Para comprobar que se cumplen esos criterios y objetivos utilizan diferentes estrategias, como, por ejemplo, la observación directa, registros de anotaciones en las fichas de los alumnos, pruebas de cada unidad didáctica…; todo ello ajustado a los tres tipos de contenido:

-    Conceptual: anotando observaciones o analizando pruebas.

-    Procedimental: con el desarrollo de las actividades, tanto por grupos como individuales.

-    Actitudinal: con la participación y el interés mostrado.

 

           Los profesores de secundaria señalan la siguiente forma de evaluar:

-    Continua: a lo largo de todo el proceso.

-    Formativa: evaluando todos los elementos que intervienen en el proceso de Enseñanza- Aprendizaje y realimentando el proceso o modificando algún elemento si es necesario.

-    Diferenciada: según las diferentes materias del currículo.

-    Se evalúan tanto conceptos, procedimientos y actitudes.

-    Comparan todos los niveles (intelectual, social, humano, madurez…) la evolución del alumno desde el principio del proceso hasta el final.

 

          La forma de evaluar de los padres sería de forma más objetiva, con la participación del alumno, estableciendo desde el principio los criterios mínimos exigidos para poder aprobar.

           Los alumnos evaluarían de una forma más continua, no sólo con una prueba puntual en un momento dado y con un tiempo determinado, pues consideran que esta forma de evaluar favorece la mejora del rendimiento y de los resultados. Un método de evaluación que permitiera estudiar diferentes capacidades de los alumnos, que conecte la teoría con la práctica y lo aprendido con elementos análogos de la vida cotidiana.

 7. CONCLUSIÓN

          Haciendo una generalización podríamos decir que cada grupo percibe la evaluación de forma particular:

         Los profesores perciben la evaluación:

  • Como factor base de su autoridad.
  • Como instrumento desvinculado de su labor diaria.
  • Como vía de identificación y clasificación de sus alumnos.
  • Como elemento que le reporta el trabajo más arduo.
  • Como eje del proceso educativo.

 

     Los padres perciben la evaluación:

  • Como factor de esperanza de que a través de ella se haga justicia.
  • Como el principal factor de las relaciones con los profesores y el centro escolar.
  • Como cauce de comunicación con los hijos.
  • Como fuerza motriz, de estimulación: castigo, premio, a sus hijos.

 

     Los alumnos perciben la evaluación:

  • Como veredicto que concluye si es bueno o malo, si obtiene premio o castigo.
  • Como algo externo a él, relativo al profesor o al centro escolar.
  • Como algo que da las cualidades del profesor o de la asignatura.
  • Como una preocupación permanente, algo que pesa sobre ellos irremediablemente.
  • Como agente que provoca sentimientos de miedo, esperanza, inseguridad o felicidad.

 

Bibliografía:      

  • Apuntes mimegrafiados en la asignatura "Evaluación de centros, programas y profesores ", curso 2007/08, Facultad de Educación, Universidad de Extremadura.
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