LA INMIGRACIÓN EN LAS AULAS

Autora: Patricia García Benítez

          Todos los escolares, originarios de cualquier país del mundo, tienen que gozar de los mismos derechos humanos, sin diferencias discriminatorias por su origen social, nacionalidad, edad, sexo… Es un ideal al que la mayor parte de las personas queremos llegar, pero no deja, por eso, de ser utópico, sobre todo si nos detenemos a analizar la realidad existente en la mayor parte de los colegios.

           Pero, ¿qué puede hacer la escuela por alcanzar esa meta? Lo ideal sería que todos persiguiéramos la universalización de los derechos, ya que si en realidad estuviéramos convencidos de que los derechos son universales, estaríamos a su vez convencidos de que son generalizables a todos. Pero esto no es así, llegándose a olvidar incluso el concepto más importante en la sociedad: que los inmigrantes “no dejan de ser hombres y mujeres”, convirtiéndolos a consecuencia de esto en sujetos de deberes pero no de derechos.

           No obstante, esta actitud no se toma ante todas las personas que no son autóctonas del país en el que vivimos, ya que las diferencias de clases tienen una especial relevancia: ¿Por qué no se le da el mismo trato a un futbolista de prestigio que juega en un equipo importante de nuestro país, que a una persona que procede del Tercer Mundo? Pero voy más allá, el propio Estado, ¿les da el mismo trato?, ¿les impone las mismas barreras referentes a la política de inmigración española?, ¿se enfrentan estas dos personas a los mismos prejuicios ideológicos de la opinión pública? Está claro que no, por lo que considero que la clase social es un gran determinante con respecto al trato que se le da a los inmigrantes.

           En nuestra sociedad, la llegada de la mayor parte de los inmigrantes se valora positivamente solo si tienen derechos más limitados en relación a las personas originarias de nuestro país y si sus trabajos son más precarios que los nuestros, olvidándonos de que España tiene una tradición migratoria de no hace muchos años. Por eso deberíamos ser más sensibles con este asunto y tener más presente que “cada uno de nosotros es un extranjero en potencia y lo puede ser hoy o mañana”.

            Ahora bien, centrándonos en el contexto escolar, ¿cómo debería enfrentarse un centro educativo ante el tema de la inmigración? Considero que es un asunto muy delicado, pero que cada vez será más frecuente en los centros educativos, por lo que no podemos dejar pasarlo por alto. En este caso, este tema debe ser abordado desde todo el currículo, para conseguir así una educación de calidad basada en valores. Pero, ¿qué hacer si es la familia la que se niega a que un alumno realice cierta asignatura porque tiene que ducharse en unos vestuarios, porque tiene que bailar junto a niños, por ejemplo? Entiendo que las familias sean libres de elegir la educación que van a proporcionar a sus hijos, pero esto no quita que el colegio tome medidas para llegar a un acuerdo con ellas.

           Mi actuación prioritaria sería un diálogo con la familia, que me cuenten el porqué de sus argumentos, y presentarles la realidad que se trabaja en esas materias, porque la causa puede venir determinada por prejuicios que tengan hacia las mismas, contando también con la participación en este diálogo de los profesores de las otras asignaturas y, mediante este proceso, intentar conseguir la plena escolarización del alumno.

            El centro debe luchar por conseguir el compromiso de toda la comunidad educativa con respecto al tema de la interculturalidad. De esta forma, se pueden llevar a cabo iniciativas muy interesantes por parte de todos ellos, a través de las diferentes disciplinas curriculares, de la educación en valores… Y todas estas actuaciones deben estar recogidas en el Proyecto Curricular de Centro, desde el cual se persigará una educación intercultural, el respeto al compañero…

           Por otra parte, un pilar fundamental en el centro lo representa el papel del orientador, ya que es el indicado para llevar a cabo asesoramiento a grupos, crear proyectos para promover iniciativas relacionadas con el tema, así como para encauzar una adecuada atención educativa a estudiantes de origen extranjero o pertenecientes a minorías étnicas o culturales. Además, igualmente relevante será su papel en el fomento de la formación del profesorado, que habrá que dotarlo no sólo de competencias cognitivas y pedagógicas para trabajar la interculturalidad, sino también de actitudes y valores que generen un verdadero compromiso intercultural.

 

WEBGRAFÍA:

 BIBLIOGRAFÍA:

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    ESSOMBA, M.A. (2008). La gestión de la diversidad cultural en la escuela. Barcelona: Graó.

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