ORIENTACIONES PARA MEJORAR LA MOTRICIDAD FINA DESDE EL AULA DE PEDAGOGÍA TERAPÉUTICA

Autora: Mª Ángeles Cortés Bernabé

         El recién nacido solo controla la boca por el reflejo de succión y los ojos cuando contempla objetos grandes y luminosos. La mayor parte del tiempo permanece dormido o realiza movimientos desorganizados hasta que se va dando un control progresivo de la conducta, que culmina en la marcha independiente.

         Si nos basamos en el Desarrollo Neurobiológico, nos daremos cuenta que al nacer el bebé dispone de reflejos primarios que son:

-         el reflejo de succión

-         el reflejo de grasping (cuando un objeto roza la palma de la mano del niño la cierra con fuerza)

-         el reflejo del moro (abren los brazos y los cierran cuando la cabeza se echa hacia atrás)

-         y el reflejo de la marcha (si se sujeta al niño por debajo de las axilas, este flexiona las piernas como si quisiera caminar).

        Estos reflejos constituyen un índice del desarrollo y de madurez neurológica.

          El desarrollo motriz es una de las adquisiciones más importantes en el desarrollo de los niños de 0 a 5 años. Este está marcado por las leyes céfalo – caudal (se va adquiriendo el control motriz desde la cabeza hasta las extremidades), la próximo – distal (se va adquiriendo el control motriz desde el eje central del cuerpo) y la diferenciación progresiva (controlando primero la motricidad gruesa para controlar después la motricidad fina).

           La estimulación de la motricidad fina (músculo de la mano) es fundamental antes del aprendizaje de la lecto- escritura, es decir hacia los 3 – 4 años. Si analizamos que la escritura requiere de una coordinación y entrenamiento motriz de las manos, nos damos cuenta que es de suma importancia lograr el dominio y destreza de los músculos finos de dedos y manos.

         Por eso, desde el aula de Pedagogía Terapéutica os animamos a realizar una serie de ejercicios con los niños y niñas de Educación Infantil, o aquellos que presenten alguna dificultad a nivel motriz, que realizados a modo de juego, mejoran la motricidad fina:

  • Que el niño toque el dedo pulgar con todos los demás, alternativamente. Luego se cambia el sentido.
  • Del pulgar al meñique los dedos golpean la mesa. Se invierte el movimiento. Primero las dos manos por separado y después conjuntamente.
  • Que baraje y reparta cartas.
  • Ofrecerle un punzón, papel y corcho. Primero punzando libremente y una vez que haya adquirido la técnica que punce líneas rectas, círculos…
  • También puede rasgar papel haciendo la pinza con los dedos pulgar e índice.
  • Que haga bolitas de papel cada vez más pequeñas.
  • Estando muy pendiente del niño cuando las utilice, que clave chinchetas en un trozo de corcho.
  • Puede pasar las páginas de un libro o de su cuento favorito para motivarlo aún más.
  • Que coloque las manos  encima de la mesa y los dedos apretados, los separe, empezando por los pulgares sin mover el resto de la mano.
  • Colocará las manos levantadas verticalmente, con las palmas hacia delante, a la altura de los hombros. Flexionar cada dedo, uno tras otro, empezando por los índices y manteniendo en lo posible, extendidos los demás.
  • Que pase varias veces la extremidad del pulgar sobre la extremidad de los otros dedos (manteniéndolos juntos, semiflexionados, del meñique al índice) Es decir, como si estuviera haciendo migas de pan.
  • Podemos hacer que enrosque tornillos.
  • O bien ensartar bolas en cuerdas o hilos.
  • Muy importantes serán las actividades con plastilina. Podemos ayudarle a que haga un rectángulo, una L tumbada, un cono, una tarta con velas (que tanto gusta a los niños de esta etapa)… aprovechando su imaginación.

BIBLIOGRAFÍA Y REFERENCIAS LEGISLATIVAS:

  • Varios (1988). Enciclopedia práctica de Pedagogía, Barcelona, Editorial Planeta.

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