INCLUSIÓN EN LAS AULAS

Autora: Rocío caballero Morenas

En nuestro alrededor, en nuestro día a día, estamos rodeados de cientos de personas. Cada una de ellas tiene sus cualidades, sus defectos, sus manías sus aficiones, sus preferencias, etc. Algunas de ellas son afines a nosotros y otras bastante diferentes, pero no por ello podemos considerar a unos más o mejores que otros.

Esta gran variedad también se refleja en los centros educativos, donde cada alumno tiene su personalidad y su forma de ser. Por ello queremos tratar el modelo de escuela inclusiva, una escuela donde seamos conscientes de las diferencias que existen entre nosotros, pero donde ello no suponga un problema; sino más bien una ventaja, una oportunidad de aprender y conocer aquello que es diferente.

METODOLOGÍA Y OBJETIVOS

Para lograr una enseñanza inclusiva debemos prestar mucha atención a lo que se enseña y al modo en que se enseña. Por ejemplo, a la hora de realizar clasificaciones sobre los alumnos de una clase no podemos hacerlas basándonos en sus diferencias más evidentes; sino que tenemos que lograr clasificar al niño atendiendo a todos los aspectos de vida, ya que, existirán aspectos que aparentemente no se vean, pero que sean vitales para su desarrollo.

Para lograr esta inclusión debemos perseguir algunos objetivos como:

-          Ayudar a los alumnos a aceptar sus identidades y su pertenencia a grupos diferentes, sin que esto suponga un problema para la relación entre ellos.

-          Promover el interés por los demás grupos y el deseo de relacionarse sin tener en cuenta las diferencias.

-         Preparar a los alumnos y hacerlos tomar conciencia de la sociedad en que vivimos y de los posibles problemas con que pueden encontrarse.

LA DIFERENCIA COMO VENTAJA

En la actualidad, vivimos en una sociedad multirracial. Esta característica también se traslada a las aulas, y debemos conseguir que eso no suponga un problema, que los alumnos no vean las diferencias culturales o raciales como un problema; sino más bien como una ventaja de aprendizaje. Para conseguirlo, podemos realizar muchas actividades, incluso experiencias propias, donde se fomente el conocimiento de sus  culturas y de las de los demás; evitando así considerar a las personas pertenecientes a otras culturas como “raros”.

Son muchas las cosas que nos diferencian a unas personas de otras: nuestra procedencia, nuestro habla, nuestra vestimenta, nuestras preferencias, nuestras habilidades, etc. Podemos conseguir que estas singularidades sean nuestra seña de identidad, estar orgullosos de ellas y poner al servicio de los demás todo lo que ellas nos posibilitan.

TEMAS A CONSIDERAR

También, hoy en día, existen muchas unidades familiares diferentes, lo que implica que a la hora de tocar el tema familiar en las aulas debemos ser cuidadosos y proponer las actividades de tal manera que sean accesibles a todos y que no afecten a algunos alumnos por encontrarse en condiciones familiares diferentes a los demás.

Un tema que ha sido debate a lo largo de muchos años, y que continúa siéndolo, es la diferencia de sexos. En muchas ocasiones es una guerra abierta, y por lo tanto, también llega a las aulas. En la actualidad es mucho menor el espacio que separa al hombre de la mujer, poco a poco, la sociedad, va consiguiendo acercar las tareas que a ambos géneros incumben; aunque todavía hay muchas personas que piensan que cada uno tiene sus tareas y que hay actividades que no son propias de una mujer o de un hombre. Debemos educar a los niños para que no tengan perjuicios en las actividades que una persona puede realizar dependiendo de su sexo. Si bien, hemos de reconocer que tanto el hombre como la mujer tienen unas cualidades innatas que les permiten realizar mejor unas actividades que otras (salvando excepciones). Por ello, no debemos hacer una guerra de esto, sino aunar nuestras fuerzas, aportando cada uno sus virtudes para alcanzar mejores objetivos.

También, a menudo, en el aula, nos encontramos con alumnos que tienen diferencia en sus capacidades, a la hora de comprender los temarios, a la hora de desarrollar las actividades propuestas. Para que esto no suponga un problema en el desarrollo y en el avance de la clase, debemos plantear actividades que estén al alcance de todos; dar a cada alumno las actividades que se corresponden con su nivel de comprensión y realización y evitar que los alumnos que progresan más despacio se sientan mal por no llevar el mismo ritmo que otros.

CONCLUSIÓN

Debemos ser conscientes de las diferencias existentes entre nuestros alumnos y alimentarnos de lo que esto nos aporta. Hacerles ver que estas diferencias son habituales en cualquier ámbito de la vida social. Y procurar que ninguno de nuestros comentarios, actitudes o actividades pueda hacerles sentirse discriminado; así como fomentar la inclusión de todos los alumnos.

BIBLIOGRAFÍA

STAINBACK, S. y STAINBACK, W. Aulas inclusivas. Un nuevo modo de vivir y enfocar el currículo. Narcea. Madrid. 1999.

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