LA ADQUISICIÓN DEL LENGUAJE: INNATISMO Y EMPIRISMO

Autora: Salvia Lois Lugilde

La oposición entre lo heredado biológicamente y lo adquirido a través del aprendizaje es una cuestión que todavía genera controversia en el mundo científico de hoy en día. Concretamente, la adquisición del lenguaje por parte de los/as niños/as puede ser vista desde perspectivas muy diferentes: la innata frente a la empírica.

La cuestión de cómo el ser humano adquiere el conocimiento en general es una gran discusión que llega hasta nuestros días y que existe desde hace ya mucho tiempo. Posiblemente, la teorización más antigua sobre este tema tuvo lugar en la Grecia clásica durante el siglo IV a.C. a respecto del concepto de virtud, entendido como una capacidad innata y hereditaria. Las teorías socrático-platónicas continúan en esta misma línea, pero con Aristóteles la virtud se desprende de los componentes anteriormente mencionados, afirmando y justificando que se aprende por la vía práctica, en contacto continuado con la vida ciudadana.

Posteriormente, este debate entre lo innato y lo adquirido por aprendizaje vuelve a aparecer con fuerza en el siglo XVII representado por las teorías racionalistas y empiristas respectivamente; para los primeros (Descartes, Leibniz…) la conciencia produce las ideas que son los elementos del conocimiento, inmateriales y, por tanto, distintas del mundo externo; son innatas en el sentido de que están producidas por la mente o res cogitans de forma autónoma. Por otro lado, el empirismo (Locke, Hume…) niega9 todo innatismo porque todo el conocimiento procede de la experiencia; así, la razón humana entra en contacto con el mundo a través del aparato perceptivo y no es más que un conjunto de mecanismos psicológicos de asociación de ideas (percepciones).

Así, tomando la tradicional distinción entre naturaleza y educación (nature y nurture), esto es, en la presunción de que algunas capacidades del ser humano están predeterminadas biológicamente y, sin embargo, otras están conformadas por el entorno que rodea al individuo, vamos a establecer una síntesis de las dos diferentes nociones de aprendizaje que podemos encontrar, formuladas por Piattelli-Palmarini (1989). Una de ellas es el llamado aprendizaje por “instrucción”, es decir, aquel que implica “el acceso progresivo por parte del organismo a la información del entorno conforme se le va haciendo presente (Lorenzo y Longa, 2003:11). Este aprendizaje, dentro de una visión tradicional, es producto de la presunta superación de los factores genéticos que hacen que el ser humano sea superior como especie. La idea base de la que parten este tipo de conceptos es la de que el estado en que un individuo nace es como una tabula rasa como había dicho Locke, libre de cualquier capacidad previa, preparado para ser moldado por la experiencia que va recibiendo; así, como se puede observar, la experiencia desempeña el papel más importante, de hecho, único en la conformación del individuo, ya que es la base de todos los conocimientos, mientras que el propio ser humano es un mero receptáculo de estímulos, teniendo un papel muy pasivo. En esta concepción, el entorno es el único factor que conforma al individuo.

Por otro lado, el aprendizaje por “selección” es aquel en el que “el organismo desarrolla representaciones del entorno y formas de comportamiento, compatibles con el sistema de capacidades que le sea propio, en función de potencialidades preexistentes en su programa genético (Lorenzo y Longa 2003:14). Como se puede ver, esta perspectiva sostiene que una parte del conocimiento es innato, por tanto, preexistente. Frente a la otra visión, la experiencia no construye al individuo, ya que su valor es relativizado, lo que no implica que no tenga una función; esta consiste en activar las potencialidades o predisposiciones de dominio específico innatas, esto es, anteriores a ella de algún modo (Lorenzo y Longa 2003:14).

Dentro de este marco de discusión, la adquisición del lenguaje ha ocupado un lugar predominante, dado que es uno de los elementos más importantes de la especie humana. De esta manera, el innatismo sostiene que un/a niño/a llega a dominar un sistema tan complejo como una lengua, teniendo como base un input que es pobre; por tanto, dentro de esta óptica, se postula que existe pobreza de datos, y esto se formula como el “problema lógico de la adquisición lingüística, que supone como el aprendiz es capaz de adquirir un sistema de conocimiento tan rico a partir de una experiencia tan pobre; la manera de salvar este vacío es postular mecanismos innatos que suplan esas carencias.

La otra línea general de pensamiento, el empirismo, rechaza el argumento de la pobreza del estímulo, y, por tanto, no necesita recurrir a ninguna determinación innata; el input es lo suficientemente rico como para que el/la niño/a pueda aprender la lengua a través de mecanismos generales de aprendizaje como puede ser la analogía, la generalización, la competición, etc. Sin embargo, algunos autores han afirmado que el empirismo tradicional era demasiado limitado, por lo cual sugieren la existencia de una serie de mecanismos innatos con los que el aprendiz va construyendo la cognición; pero, a pesar de ello, esos mecanismos (acomodación, asimilación y equilibración) no tienen conocimiento asociado, son principios innatos pero puramente inductivos, sin ningún tipo de conocimiento (esto es, sin ningún tipo de representaciones cognitivas), pues es precisamente la ausencia o presencia de conocimiento asociado lo que distingue una posición de la otra, con lo cual, estaríamos igualmente delante de una teoría plenamente empirista; por eso, aunque el marco de Piaget sea más rico que el del empirismo tradicional, no se puede insertar en el aprendizaje por selección, sino en el aprendizaje por instrucción.

En síntesis, para el innatismo la mayor parte del conocimiento lingüístico no se aprende ya que está dentro, forma parte de la herencia biológica del ser humano. Sin embargo, el empirismo niega que esa parte provenga de la dotación biológica del niño, y defiende que el input recibido no es pobre, sino que presenta suficientes ejemplos que el aprendiz usa a través de diferentes mecanismos de aprendizaje.

BIBLIOGRAFÍA

Lorenzo, G. e V.M. Longa (2003): Homo Loquens. Biología y evolución del lenguaje. Lugo: Tris Tram.

Piattelli-Palmarini, M. (1989): “Evolution, selection and cognition: from “learning” to parameter setting in biology and in the study of language”. Cognition, 31, 1-44.

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