EL ACOSO ESCOLAR O BULLYING

Autora: Mª del Carmen Garrido Santos

Todos a lo largo de nuestra vida escolar hemos padecido acoso escolar o hemos visto como acosaban a otro compañero de nuestra clase con burlas, humillaciones o maltrato físico. Este acoso puede pasar desapercibido por el entorno del niño, como familiares o maestros; pero para la persona que está recibiendo constantes burlas y amenazas, puede ser algo puntual si se trata a tiempo y con buenos especialistas, o marcar su personalidad a lo largo de toda su vida. Este continuo acoso se conoce con el nombre de bullying.

Bullying es una palabra proveniente del vocablo holandés que significa acoso. El primero que empleó el término “bulliing” en el sentido de acoso escolar en sus investigaciones fue Dan Olweus, quien implantó en la década de los ’70 en Suecia un estudio a largo plazo que culminaría con un completo programa antiacoso para las escuelas noruegas. Su definición dice que “un estudiante se convierte en víctima de acoso escolar cuando está expuesto, de forma reiterada y a lo largo del tiempo, a acciones negativas llevadas a cabo por otro u otros estudiantes”.

El bullying está relacionado generalmente con la violencia escolar y se trata de una intimidación y un maltrato cotidiano  entre niños, niñas y adolescentes. El comportamiento presentado por la persona que realiza bullying es agresivo y con la intención de agredir a otro para causarle daño; es persistente y repetitivo; puede durar semanas, meses o incluso años.

En el bullying destaca un abuso de poder y un deseo de intimidar y/o dominar al otro. Se da entre iguales, con un rango de diferencia de edades no mayor a los 3 años, aunque podemos encontrar a dos sujetos con la misma edad, y sucede generalmente entre varias personas, dejando sin defensa a la víctima.

El agresor, predominando los varones, intimida a la víctima sin necesidad de ninguna provocación, lo agrede causándole un daño físico y/o emocional, que se manifiesta en baja autoestima, ansiedad e incluso  depresión, dificulta su integración con en el medio escolar y el desarrollo normal del aprendizaje. A su vez, el agresor aprende que por la violencia puede llegar a lograr sus metas, tomando decisiones impulsivas y poco asertivas. Estas conductas se producen cuando la víctima ya sea chico o chica está sola, en los baños, en los pasillos, en el comedor, en el patio. Por esta razón los maestros tardan en enterarse de la situación.

Entre las causas existentes por las que un alumno puede acosar a otro compañero destacamos:

  • Causas Personales: Un niño que actúa de manera agresiva adquiere esta conducta cuando es frecuentemente humillado por los adultos. Se siente superior cuando cuenta con el apoyo de otros atacantes o cuando el acosado es un niño con muy poca capacidad de responder a las agresiones.
  • Causas Familiares: El niño puede tener actitudes agresivas como una forma de expresar lo que siente ante un entorno familiar poco afectivo, donde existen situaciones de ausencia de algún padre, divorcio, violencia, abuso o humillación ejercida por los padres y hermanos mayores; tal vez porque es un niño que posiblemente vive bajo constante presión para que tenga éxito en sus actividades o por el contrario es un niño sumamente mimado.

Todas estas situaciones pueden generar un comportamiento agresivo en los niños y llevarles a la violencia cuando sean adolescentes.

Existen diferentes tipos de acoso o bullying que los alumnos pueden sufrir como son:

 

  • Bullying físico: es la forma más habitual del bullying. Incluye toda acción corporal (golpes, empujones, patadas, formas de encierro, daño a pertenencias, etc.).
  • Bullying verbal: incluye acciones no corporales (poner apodos, insultar, amenazar, generar rumores, expresar dichos raciales o sexistas con la finalidad de discriminar, difundir chismes, realizar acciones de exclusión, bromas insultantes y repetidas, etc.). Tiene mayor uso en las mujeres en la medida que se acercan a la adolescencia.
  • Bullying psicológico: son formas de agresión, amenaza o exclusión que se llevan a cabo a espaldas de cualquier persona que pueda avisar de la situación; el agresor puede permanecer en el anonimato (una mirada, una señal obscena, una cara desagradable, un gesto, etc.).
  • Bullying Social: consiste en la exclusión y en el aislamiento progresivo de la víctima. En la práctica, los acosadores impiden a la víctima participar, bien ignorando su presencia y no contando con él/ ella en las actividades normales entre amigos o compañeros de clase.
  • Cyberbullying: se practica a través de correos, blogs, páginas personales, chats, teléfonos móviles, llamadas y mensajes de texto. Estos medios le brindan al agresor la oportunidad de permanecer en el anonimato y realizar acciones como las amenazas, difamaciones, groserías y las diferentes formas de comunicaciones agresivas y violentas.

Las consecuencias del acoso escolar son muchas y profundas. Para la víctima de acoso escolar, las consecuencias se notan en una evidente baja autoestima, actitudes pasivas, trastornos emocionales, problemas psicosomáticos, depresión, ansiedad o pensamientos suicidas. También se suman a esta lista, la pérdida de interés por las cuestiones relativas a los estudios, lo que puede desencadenar una situación de fracaso escolar, así como la aparición de trastornos fóbicos de difícil resolución.

Algunos estudios indican que los agresores pueden encontrarse en la antesala de las conductas delictivas. También el resto de espectadores que, de un modo u otro, se sienten amedrentados por la violencia de la que son testigos diariamente, se sienten afectados, pudiendo provocar cierta sensación de que ningún esfuerzo vale la pena en la construcción de relaciones positivas. Al agresor, el bullying le dificulta la convivencia con los demás niños, le hace actuar de forma autoritaria y violenta, llegando en muchos casos a convertirse en un delincuente o criminal. Normalmente, el agresor se comporta de una forma irritada, impulsiva e intolerante. No saben perder, necesita imponerse a través del poder, la fuerza y la amenaza, se meten en las discusiones, cogen el material del compañero sin su consentimiento, y exteriorizan constantemente una autoridad exagerada.

En España, se estima que un 1,6% de los niños y jóvenes estudiantes sufren por este fenómeno de manera constante, y que un 5,7% lo vive esporádicamente. Los datos varían en función de la fuente de la que procedan y del enfoque a la hora de estudiar el fenómeno.

Una encuesta del Instituto de la Juventud (INJUVE) eleva el porcentaje de víctimas de violencia física o psicológica habitual a un 3% de los alumnos. Y afirma que un 16% de los niños y jóvenes encuestados reconoce que ha participado en exclusiones de compañeros o en agresiones psicológicas.

El Defensor del Pueblo señala que el 5% de los alumnos reconoce que algún compañero le pega, mientras el Instituto de Evaluación y Asesoramiento Educativo (IDEA) indica que un 49% de los estudiantes dice ser insultado o criticado en el colegio, y que un 13,4% confiesa haber pegado a sus compañeros. El 40% de los pacientes psiquiátricos fue víctima de un «matón» en el colegio, el 34.6% de los alumnos reconoce que no pediría consejo a su profesor en caso de encontrarse en una situación de violencia y sólo 1 de cada 3 de los que lo sufren son capaces de denunciarlo (33%). El 37% cree que no devolver los golpes les convierte en cobardes.

Existen diferentes formas de evitar el bullying en las aulas. Por un lado, los profesores deben estar atentos a

  • La relación de los alumnos/as en los pasillos y en el patio. Los peores momentos se sufren cuando los profesores no están presentes.
  • Las “pintadas” en las puertas de baños y paredes (qué nombres aparecen habitualmente).
  • La no participación habitual en salidas de grupo.
  • Las risas o abucheos repetidos en clase contra determinados alumnos o alumnas.
  • Las faltas constantes a clase, ya que pueden indicar que no quieren acudir a clase por miedo.
  • Estar atentos a los alumnos que sean diferentes, por su forma de ser o aspecto físico.
  • Si el alumno se queja de forma insistente de ser insultado, agredido, burlado…
  • Si comenta que le roban sus cosas en el colegio o si cada día explica que pierde su material escolar.
  • Investigar los cambios inexplicables de estados de ánimo: tristeza, aislamiento personal del alumno o alumna, aparición de comportamientos no habituales, cambios en su actitud, poco comunicativo, lágrimas o depresión sin motivo aparente…
  • Escasas o nulas relaciones con los compañeros y compañeras.
  • Evidencias físicas de violencia y de difícil explicación: moratones o arañazos cuyo origen el niño no sabe explicar; ropa rasgada o estropeada, objetos dañados o que no aparecen…
  • Quejas somáticas constantes del alumno: dolores de cabeza, de estómago o de otro tipo cuya causa no está clara.
  • Variaciones del rendimiento escolar, con pérdida de concentración y aumento del fracaso.
  • Quejas de los padres, que dicen que no quiere ir al colegio.

Es necesario que los padres de alumnos también colaboren en la detección de bullying y estén atentos a los siguientes aspectos, que pueden ser indicios de que su hijo está siendo víctima de acoso escolar:

  • Cambios en el comportamiento del niño. Cambios de humor.
  • Tristeza, llantos o irritabilidad.
  • Pesadillas, cambios en el sueño y/o apetito.
  • Dolores somáticos, dolores de cabeza, de estómago, vómitos…
  • Pierde o se deterioran de forma frecuente sus pertenencias escolares o personales, como gafas, mochilas, etc.
  • Aparece con golpes, hematomas o arañazos y dice que se ha caído.
  • No quiere salir ni se relaciona con sus compañeros.
  • No acude a excursiones, visitas, etc. del colegio.
  • Quiere ir acompañado a la entrada y la salida.
  • Se niega o protesta a la hora de ir al colegio.

Además, los propios compañeros de clase, si son testigos de acoso escolar pueden ayudar a la víctima a acabar con esta práctica:

  • Si alguno de los presente dice algo como “¡Basta ya!”, en la mitad de los casos, las acciones violentas cesan. Es difícil de hacer, pero estar ahí y no hacer nada es igual que aprobar la agresividad.
  • Si sientes que no puedes decir nada, vete del sitio y díselo al adulto más cercano. Haz que vaya a ayudar.
  • Si ves que alguien sufre una y otra vez agresiones, puedes hacer algo para terminar esa situación.
  • Si el colegio tiene algún tipo de programa para informar de agresiones, como un teléfono o un buzón, utilízalo. Puedes hacerlo de forma anónima.
  • Intenta conseguir que la víctima se lo cuente a sus padres o a los profesores. Ofrécete a ir con él o ella si crees que eso puede ayudarle.
  • Si el acosado no quiere hablar con nadie, ofrécete para hablar con alguien en su nombre.
  • Involucra a tanta gente como puedas, incluso a otros amigos y compañeros de clase.
  • No uses la violencia contra los agresores ni trates de vengarte por tu cuenta.

El bullying está muy presente en el ámbito escolar y es nuestro deber observar a nuestros alumnos y comunicarnos con ellos, para detectar una situación de acoso en nuestro aula o en cualquier otro aula del centro para posteriormente alertar, tanto a las familias del agresor y agredido como al resto del equipo docente, y poder parar a tiempo esta situación que se agrava cada vez más con el paso del tiempo, y que puede tener un final devastador. Por eso, los maestros debemos ser muy observadores, tratar de cerca a los alumnos, dar confianza para que ellos cuenten lo que ven en pasillos, baños, patios… ya que como hemos dicho, este tipo de acoso aparece fundamentalmente cuando no hay un adulto por medio.

La Educación en valores ocupa un pilar fundamental en la enseñanza de nuestros alumnos. Debemos crear personas autosuficientes, empáticos y capaces de aceptar como iguales a personas de otros países y culturas, fomentando el trabajo en grupo y el juego entre personas “diferentes” que tengamos en nuestra clase.

 

BIBLIOGRAFÍA

  • L.BEANE, Allan. Aulas libres de acoso. Barcelona. Ed. Graó, 2006.
  • RIVERA NIEVES, Maribel. Las voces en la adolescencia sobre bullying: desde el escenario escolar. Bloomington. Ed. Palibrio, 2011.
  • FUENTES IGLESIAS, Carlos. Me están acosando: El bullying desde otra perspectiva. Madrid. Ed. Arán, 2007.

 

WEBGRAFÍA

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