¿POR QUÉ LA NIEVE ES DE COLOR BLANCO?

Autora: María Isabel Gamero Pardo

          He sido monitora de AFC desde el año 2000 hasta hace dos cursos. Durante este tiempo han sido muchos los niños que han pasado por mi taller de Fomento de la lectura en el CEIP “Maestro Pedro Vera” de Oliva de la Frontera (Badajoz).

          Han sido numerosas las actividades que hemos realizado, pero me voy a quedar con un cuento que escribió un alumno y recoge la esencia de lo que yo pretendía con el taller: abrir la mente a la imaginación y a la fantasía.

          Además, hago una reflexión personal sobre lo que he aprendido en dicho taller, que ha sido mucho y difícil de explicar, y sobre lo que he echado de menos en los niños de hoy con respecto a los niños de mi época.

          Esta actividad se planteó como un interrogante: “¿Por qué la nieve es de color blanco?” y este fue uno de los cuentos que resultaron de tal interrogante.

 “Un año los colores se habían marchado y era todo muy extraño: las flores eran marrones, los árboles eran amarillos y los cristales eran lilas. Había, además, otra cosa aún más extraña: la nieve era roja.

Todas las veces que nevaba parecía que caía sangre del cielo y la gente no salía durante ese tiempo, pues tenían miedo.

Un día llovió muy fuerte y, cuando cesó la lluvia, los colores habían desaparecido.

Entonces, los colores vinieron de nuevo y se colocaron en los sitios donde están ahora.

Más tarde comenzó a nevar y ¡nevó blanco!

La gente salió a la calle y se puso a bailar.

Desde aquel día, nieva blanco y nevará así para siempre.”

         

         Este cuento lo escribió José Javier Rangel Costillo cuando estaba en 4º de Primaria (2005).

           Aprovecho este cuento para hacer una reflexión sobre lo que ha supuesto para mí ser monitora del taller de Fomento de la Lectura durante casi 8 años:

          Ya ha llegado el final del camino por este curso, aunque el camino, para mí, se haya hecho muy corto. Hemos estado unos meses jugando entre libros, inventando historias muy emocionantes y divertidas, aprendiendo eso tan raro que llaman ortografía (algo feo y, a veces, molesto, pero que es tan necesario para escribir “como Dios manda”). También nos hemos divertido deletreando palabras y, por último, hemos hecho juntos muchos amigos que, para mí, es lo más importante de todo.

          Espero que el tiempo que hemos pasado en el taller haya servido para aprender que la lectura es algo más que un instrumento que nos facilita el estudio. La lectura también es divertimento, es disfrutar de un momento con los compañeros, es ayudar a aquellos que no saben o que saben menos… En definitiva, que la lectura es compartir experiencias, es saber bucear en una buena historia y aprovecharla para aumentar el bagaje cultural que, por desgracia, nos falla un poco en estos tiempos tan modernos y tan impersonales lleno de ordenadores, TDTs, MP3, y tantos y tantos aparatejos que no sabemos utilizar pero que nos encanta decir que los tenemos.

             Es una pena comprobar que un acto que, en mi infancia era signo de cultura y ansia de conocimientos, hoy se ha convertido en un hastío y en algo que no tiene nada que ver con un juego o  con un acto social. Me acuerdo cuando era pequeña e iba a la biblioteca del colegio en los recreos a leer o me quedaba viendo las fotos en los libros de animales. Hoy eso se ha perdido; los niños sólo quieren jugar a viajar por Internet, con los riesgos que esto entraña.

          Es una lástima que estemos perdiendo uno de los pocos acontecimientos que nos hace reflexionar y agudiza nuestro sentido crítico, pero es así.

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