UN COLEGIO RURAL: EXPERIENCIAS VIVAS EN LOS 80

Autora: Paula Álvarez Sánchez

          La problemática rural en educación es un frente abierto hace muchos años. Sin embargo, es posible sacar todo lo positivo a una experiencia  educativa rural, aportando la diferencia y la falta de medios como algo enriquecedor para la labor educativa ya que entra en juego el ingenio del docente.

          En un pueblo llamado Campo Lugar, en la provincia de Cáceres, ya limítrofe con la provincia de Badajoz, llegó en los años 70 la Escuela Nueva, que hizo que la tarea docente carente de medios fuera fructífera gracias a un grupo de maestros comprometidos con las nuevas tendencias metodológicas.

          Los pilares fundamentales que promulgaban estos maestros eran prioritariamente una educación en valores, el fomento de la lectura como herramienta esencial de desarrollo cognitivo, el método científico-experimental  para el aprendizaje de las ciencias, el deporte como fuente de salud y ocio y, sobre todo, una carga infinita de vocación docente que les hacía superar las dificultades que suponía estar en una escuela rural.

            Ejemplos de esas carencias era la fotocopiadora que no llegó hasta bien avanzados los años 80, utilizando para ello la multicopista de tinta que tan buenos rato brindaba al girar el rodillo. Los experimentos surgían del ingenio ante la falta de materiales o probetas. La biblioteca escolar no existía, pero se suplía con una en cada aula, donde compartían clase dos cursos diferentes y  encontrábamos las más maravillosas lecturas. Se conocía los viernes a Platero, se jugaba  en el arenero, hacíamos debates y retábamos a los demás en la competición de los verbos, se aprendía música, y un largo etc.

          Estos son solo ejemplos de una tarea educativa viva. Pero profundicemos en ella.

          En la actualidad la L.O.E. 2/2006 de 3 de mayo promulga la lectura como herramienta esencial, pero, en ese colegio rural, en los años 80, 90, se hacían Cuadernos de Lectura donde, desde 2º ciclo de primaria, entonces E.G.B., se proponía, tras la lectura extensiva(fuera del aula) de un libro de la biblioteca de aula, hacer un resumen, un juicio crítico o valoración personal del libro, además de los créditos que figuran en el libro(autor, editorial, año). Se concluía el resumen con un dibujo relacionado con el libro. Además, se promovía el día del libro con concursos de eslóganes relativos al día, concurso de relatos o poesías o incluso llevando, un día de mercado, una librería gestionada por los niños con ayuda docente a la plaza del pueblo, para potenciar la cultura y el gusto por la lectura fuera del aula y para todos los públicos. O las fichas del fin de semana con un cuento, noticia o historia y sus correspondientes ejercicios ortográficos, semánticos o gramaticales, promoviendo un pensamiento autónomo y crítico.

          El aprendizaje de idiomas, gracias al reciclado del docente, comenzaba a poner énfasis en el idioma extranjero inglés, con el apoyo de fichas adecuadas con dibujos, sopa de letras, etc.

          El juego solidario sin estereotipos, el aprendizaje significativo y activo bajo la paciencia de la maestra de infantil, siempre la menos recordada por los alumnos, pero reflejada en nuestros valores.La gestión de un huerto escolar o el cuidado del medio ambiente eran latentes en el colegio y fuera de él, haciéndose actividades como el cuidado del jardín del colegio, campaña para plantar árboles o el desbrozamiento alrededor de la fuente de origen romano que hay en el pueblo.

          La plástica encontraba su hueco semanalmente como cauce de expresión de cada niño o niña a través de la papiroflexia, los trabajos manuales, la marquetería y un sin fin de recursos que promovían el gusto estético y la aceptación de otras formas de expresión al igual que la música y la poesía a través del Cuaderno de Poesía y música o con el aprendizaje de la flauta dulce.

          Conociendo la metodología de Celestin Freinet, me dí cuenta de que en Campo Lugar se produjo un milagro de educación igualitaria, con recursos pobres, pero valores ricos; de salud mental y física para muchas generaciones y, sobre todo, el gusto por la docencia reflejado en los muchos maestros que han salido de esas aulas, entre ellas yo. Aquí se aplicó la metodología que Freinet defendía para la escuela rural. Gracias a Isabel Ibarro, Josefa Serradilla, Zacarías Orellana y José Mirasierra, en Campo Lugar tuvimos un claro ejemplo de Educación de Calidad reconocida por otros profesionales pero vivida por muchos niños, hoy adultos. Gracias maestros.

 

BIBLIOGRAFÍA:

  • Freinet, C., Por una escuela del pueblo, Barcelona,  Fontanella, 1976.

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